sábado, 27 de diciembre de 2008

Actuar o no actuar


Cada vez que decimos "acción" algo se dispara en el campo de la verdad o falsedad de la representación. 
Me gusta esta pieza "navideña". 
Me interesa lo que explora.
Podríamos decir que surgió de la nada y que llevábamos largos meses trabajando en ella. 

jueves, 18 de diciembre de 2008

Formas de la idiotez

Buena parte de los personajes que presentan los hermanos Cohen en sus películas están definidos por la necedad y la idiotez. En ese territorio fronterizo entre suspenso y comedia los Cohen brillan con verdadera maestría.
"Nuestros personajes son auténticos alcornoques -dicen los Cohen a propósito de "Quemar después de leer -. Les pedimos a los actores que encontraran al alcornoque que llevan dentro".
El modo en que Frances Mc Dormand, John Malcovich, George Clooney o Brad Pitt revelan al alcornoque que llevan dentro y la idiotez de sus personajes  es bien distinto. Esta diferencia es conceptual y pone en evidencia distintas formas de interpretar la comedia.
Veamos,  si Linda Litzke no presenta fisuras en cuanto a lograr su objetivo (reunir el dinero para una cirugía plástica completa), Frances Mc Dormand le dará vida con rotunda contundencia, como si estuviese batallando por la causa más elevada y justa. Sin detenerse a juzgar su personaje.
Brad Pitt, en cambio, nos hace saber que su personaje Chad, el monitor del gimnasio, es un ser decididamente idiota. Para ello, el actor camina como un tonto, adopta una gestualidad de tonto, mira y respira como tonto. El actor actúa el personaje, pero sobre todo, actúa un juicio acerca del personaje.
George Clooney vive seriamente las peripecias de su personaje aunque por momentos se esfuerza en mostrarnos sus dotes para la comedia. Esto supone que además de dar vida a Harry Pfarrer, G. Clooney nos mostrará a un actor que intenta ser gracioso y que busca ansiosamente nuestra risa como recompensa.
John Malcovich no cae nunca en buscar el chiste, ni en parecer tonto, ni en juzgar cómo es su personaje. Se limita a vivirlo y darle vida. Pero al mismo tiempo, su interpretación nos revela que conecta poco con los personajes y nada con sus compañeros de reparto.
Toda película puede verse como un documental sobre los actores y su modo de interpretar.
"Quemar después de leer" nos presenta formas bien distintas de afinar y ejecutar la partitura de una comedia.

martes, 9 de diciembre de 2008

El Porvenir


El pasado sábado nos reunimos un grupo de actores y directores con los que compartí cinco meses de grabación de una serie. El trabajo en televisión es siempre intenso, duro y al límite. Se me antojó, por un momento, que los actores se agruparían de acuerdo a las tramas. En aquellos sillones de cuero negro se sentaría El Mal. El Bien y La Justicia estarían de pie contra el ventanal. Los comediantes atacarían empanadas y vino sembrando color y risas.
No fue así. La realidad trabaja muy velozmente y la ficción en la que todos participamos fue cediendo vigencia y terreno y hoy es casi un recuerdo.
La serie aún no tiene fecha de emisión. Nosotros, actores y directores, seríamos su primer público. Pusimos un capítulo y luego otro. Teníamos hambre por ver lo hecho.
Yo, suele sucederme, en lugar de mirar la pantalla los miraba a ellos. Veía sus caras y detrás de sus caras, intuía los sueños depositados en aquel trabajo, las fantasías combatiendo codo a codo con lo real.
Hoy impera en Madrid la incertidumbre. La continuidad de cualquier proyecto se encuentra amenazada.
Me vi a mi mismo viéndolos a ellos.
Haber compartido esta aventura con un grupo tan generoso, y singular es un trofeo único y secreto. Pura bendición.
Por lo demás, se sabe, el porvenir es inestable, incierto, e inesperado. En él confrontan nuestros deseos más ambiciosos, la fantasía siempre burbujeante y el dictamen implacable de la realidad.